El juicio oral y público al ex comandante de Gendarmería Víctor Enrique Rei por apropiación de un hijo de detenidos-desaparecidos comenzará el próximo 23 de febrero, constituyéndose en el primer caso que llega a la Justicia con resultados genéticos obtenidos mediante un allanamiento judicial.
El Tribunal Oral Federal 6, presidido por José Martínez Sobrino y con María del Carmen Roqueta y Julio Panelo como vocales, será el encargado de juzgar en los Tribunales de Comodoro Py al represor acusado de la sustracción de un hijo de detenidos-desaparecidos durante la dictadura militar.
Los cargos que se le imputan a Rei son los de retención y ocultación de un menor de 10 años, supresión de la identidad y falsificación de documento público, considerados delitos de lesa humanidad y cuya pena máxima puede alcanzar los 25 años.
Rei está acusado de la apropiación del hijo de Liliana Clelia Fontana Deharbe y Pedro Fabián Sandoval, nacido durante el cautiverio de su madre, y a quien el represor anotó como propio bajo el nombre de Alejandro Adrián Rei en abril de 1978.
Así lo determinó la justicia de instrucción en la causa que tiene como querellante a Abuelas de Plaza de Mayo, que logró que ante la negativa de Alejandro de someterse a la extracción de sangre, se realizara un allanamiento en su domicilio para analizar sus pertenencias y obtener información genética.
En 2006 la justicia admitió por primera vez como válido para establecer la identidad el análisis de un cepillo de dientes , que confirmó que Alejandro era hijo del matrimonio Fontana-Sandoval.
"Es un caso importante porque por un lado se muestra que con este procedimiento se puede restituir la identidad de quien fue apropiado y llegar a un juicio oral donde se establezca una condena", expuso Alan Iud, abogado de Abuelas de Plaza de Mayo.
Iud explicó a Télam que después de un fallo de la Corte Suprema de Justicia que en 2003 resolvió que la extracción compulsiva afectaba derechos de la víctima, "la posibilidad de conocer la identidad de hijos de desaparecidos quedaba desplazada".
"Acá se está mostrando que se pueden realizar las dos cosas sin afectar los derechos de nadie, aunque no compartimos los criterios de la Corte en el caso de Evelyn Vázquez Ferrá porque consideramos que no hay afectación de derechos", afirmó.
Liliana Fontana tenía 20 años y estaba embarazada de dos meses y medio cuando fue secuestrada junto a Pedro Sandoval el 1§ de julio de 1977, en su domicilio de Caseros, por fuerzas de seguridad vestidas de civil.
Por testimonios de sobrevivientes pudo saberse que ambos estuvieron detenidos en el centro clandestino de detención Club Atlético, ubicado en Paseo Colón y Garay, hasta que Liliana fue trasladada para dar a luz un varón.
Según Iud, los testimonios aportados en la causa inducen a que el parto de Fontana se produjo entre fines de diciembre de 1977 y principios de enero de 1978, en una maternidad clandestina que aún no pudo establecerse.
Lo que sí quedó demostrado es que Rei falsificó la partida de nacimiento de Alejandro, en la que figura que nació en abril de 1978 en el Hospital Militar Central.
"En los libros del hospital no consta, como tampoco figura como personal médico el profesional que firmó el acta, un cardiólogo fallecido que también se comprobó que firmó otras partidas de nacimiento de chicos que fueron apropiados", señaló Iud.
En cuanto a la esposa de Rei como partícipe necesaria del delito de apropiación, Iud explicó que el proceso judicial contra ella está suspendido por pericias médicas que determinaron la insania de la acusada.
Aunque para la justicia de instrucción quedó demostrada la identidad de Alejandro, resta que el TOF6 ordene la nulidad de la partida de nacimiento por obtenerse mediante inscripción falsa y a su vez ordene una nueva con la verdadera identidad del joven.
"Vamos a pedir al Tribunal estas medidas, como también que deje claro que el cepillo de dientes analizado pertenece realmente a Alejandro", señaló el abogado al referirse a la impugnación que Rei realizó sobre el allanamiento al aducir que el cepillo analizado era el suyo, cuando en ese tiempo estaba detenido.
Por su lado, Alejandro "ya asumió su realidad", según dijo Iud a Télam reconociendo que el joven "tuvo momentos más conflictivos" y que "finalmente presentó un escrito en el que dijo no tener dudas que el resultado del allanamiento era correcto".
No ocurre lo mismo con el represor que en todas sus indagatorias negó sistemáticamente que el joven fuera hijo de desaparecidos.
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